YayBlogger.com
BLOGGER TEMPLATES

domingo, 29 de agosto de 2010

Me pregunto cuándo será el día en que deje de apenarme y/o hacerme cargo, de alguna forma, de la hipocrecía de la especie humana. No se puede negar: a veces tenemos hábitos o tendencias que no hablan muy bien de nosotros. Opinamos de más, nos metemos en la vida del otro, elaboramos preconceptos con pocos fundamentos, manipulamos, nos creemos superiores (que otras especies y entre nosotros mismos), quebramos vínculos aparentemente sólidos a fin de equis beneficio, subestimamos. Bueno, podemos hacer de todo cuando queremos hacerlo, porque como racionales y librealbedristas que somos, tenemos la oportunidad de elegir qué hacer, sea "bueno", o sea "malo". A mí, una de las acciones que más me molesta es la de hablar por hablar de alguien sin conocimiento de causa, especialmente si ese alguien no está presente para defenderse. ¿Por qué lo hacemos? En serio. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Con qué autoridad? ¿Con qué nivel de evolución llegamos a creer que nos corresponde afirmar loquesea sobre quiensea? Yo no lo entiendo. Esto es algo que en mi casa me enseñaron desde siempre, que comprobé sola más adelante, que desarrollé más al estudiar periodismo (las benditas tres fuentes y la responsabilidad de escuchar la voz de la otra campana, por mucho o poco que simpaticemos), y que prácticamente todos los días de mi vida me hace quedar como "la rara", "la buena" o hasta "la aburrida", por no querer "sacarle el cuero a los demás". Ok, si tengo motivos, es otra la historia. Pero desconociendo o viendo parcialmente la realidad, me parece que nadie está suficientemente justificado como para hacerlo. Además, eso denota otras cosas, empezando por un nivel de bajeza importante, a lo que se le suma una potencial envidia, e incluso la necesidad de opacar por falta de herramientas propias para resaltar. Triste.
Como soy conciente de la magnitud que pueden tener las palabras -por más inventadas que sean-, trabajo bastante para no caer en esto de la difamación. Sin embargo, no depende de mí que los demás actúen así, por eso, a veces, cuando este tipo de (vamos a decirle) habladurías me tocan de cerca, la realidad es que me da una mezcla de risa, pena y culpa. Risa: porque se pueden llegar a escuchar cosas muy cómicas, posta. Pena: porque es una pena, para quien habla sin darse la oportunidad de comprobar si está en lo cierto o no. Culpa: desconozco, pero sé que me da culpa. (Recordatorio: charlarlo en el futuro cercano con mi terapeuta).

No soy tan punk como quisiera, pero una de las máximas de ese movimiento es vivir y dejar vivir y posta que haberlo descubierto a los 13 años fue sentir como si se me hubiese develado un importante secreto del mundo. Es como afirmar que vas por un camino que te gusta, intentando no interponerte en el de nadie, compartiéndolo con los que quieren compartirlo con vos (y viceversa, obvio), y tratar de ocupar ese tiempo de hablar al pedo en algo más positivo. Hacer música, cocinar, dormir, dibujar, bueno... es redundante que siga, pienso que si alguien on earth lo leyó, ya entendió qué es lo que quería decir.

martes, 24 de agosto de 2010

non, je ne regrette rien

en los, aproximadamente, 7900 días que llevo de vida, se podría decir que no me arrepiento de nada. eso no significa que nunca haya estado arrepentida, ni mucho menos que no haya pensado y repensado millones de veces sobre mi manera de desenvolverme en determinadas circunstancias, en la toma de decisiones y (especialmente) en los efectos de esas decisiones -en mí, en otros y en el universo-. pero hoy, que es 24 de agosto del 2010, puedo afirmar que no estoy arrepentida de nada de lo que hice en el pasado y que me perdoné por haberme arrepentido en algunas oportunidades en que sí me sentí arrepentida. para bien o mal, cada cosa que elegí decir, no decir, hacer o no hacer hasta el momento fue por convicción (o por descarte) y todo, a su manera, ayudó y ayuda a aprender y a reafirmarse. pero más allá de esta liviandad del no arrepentimiento (porque lo considero inútil) hay algo que SÍ me arrepiento de haber dejado pasar. una sola cosa. un cacho de plástico, cuero, colores, dibujitos, adornos, y un espacio para guardar y transportar cosas. UNA MOCHILA CON UN HAMSA DE COLOR DORADO, ROSA Y CELESTE, CON POMPONES Y RUEDITAS QUE VÍ EN LA VIDRIERA DE UNA GALERÍA PARISINA MUY TOP. cuando la ví quedé impactada, enamorada, y pelotuda. ¡era la perfección hecha mochila/cartera! pero... todo lo que tenía de linda lo tenía de cara. y en euros. entonces me autoconvencí de no comprarla con argumentos como "después te va a dar vergüenza usarla y la vas a abandonar", "vas a tener miedo de que te la roben y no la vas a querer sacar de casa", el típico "no puedo gastar en esto mientras hay gente que no come" o "es un lucro, puro marketing espiritual, y vos te dejas lavar la cabeza". y me fui, me fui, me fui. pero si hubiese sabido que TODOS los días me iba a acordar de ella con la ilusión de encontrarla en algún negocio, o persona caminante, no lo hubiese dudado, aunque sea para tenerla de adorno. (y me hubiese ahorrado una importante cantidad de googleadas enfermizas).