No es que no podamos soñar
Es que esto está “planeado” para que funcionemos así
Anhelamos la evolución pero bueno, para evolucionar hay que
demostrar que podemos lidiar con esto primero, viejo.
Entonces: no aspiremos a tanto. O, me corrijo: no miremos tan
hacia allá, tan hacia delante. ¡Estamos acá!
Nos toca hoy, esto, ahora
Mantengamos el fuego en el corazón, la nostalgia de no saber
de dónde venimos, el templo interior, las conexiones, las sorpresas, la
emoción.
Mantengámoslo para que haya un combustible, un objetivo, una
misión.
Pero entremos de fondo en lo que nos propone La Tierra, en
lo que aprendimos del pasado, en lo que tenemos que mover, en lo que hacen los
seres humanos.
En crecer, sin esperar resultados (al menos no como los que
estamos acostumbrados a ver).
En flotar, en nadar paseando, y en nadar porque hay que
correr, según lo pidan las circunstancias y según nos demos cuenta lo que haya
que hacer.
En ponernos el mundo al hombro sin cargarnos la
responsabilidad de tener que darlo vuelta solos. En dar vueltas “chiquititas”
que, invariablemente, son ondas expansivas.
En saber en dónde estamos parados y asumir que, igual, no
sabemos una mierda.
¡Y que eso es parte de la propuesta!
En ser dulces, fríos, cálidos y amargos; explorar todos los
ánimos y descubrir en cuál nos vemos mejor reflejados.
En caminar erguidos, explotar nuestros sentidos, y jamás
desmotivarnos al buscar una respuesta.
Si hay un espacio que creemos vacío, entonces tranqui (guiño de ojo con ruido de Ttt entre la lengua y la muela)… todavía
no terminó la experiencia.