¡No te escapes, te quiero hacer rendir, quiero aprender de vos (o del dolor que causás, al gritarnos sin sonido que vos sos todo y sos nada, y que desde el principio del principio gobernás, escapándote de quien sueña con retenerte, con aferrarte, con detenerte, con inventar una ley más fuerte que vos, aunque sabe que jamás la va a poder enunciar, y de las decisiones que nos empujás a tomar, y de la facultad de no dejarte seducir por nada ni nadie y seguir corriendo igual) y que alguien aprenda, así, algo de mí!
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