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martes, 29 de mayo de 2018

En paracaídas

Eran tipo las tres de la tarde, estaba aburrida haciendo zapping y me quedé viendo un reality que tenía Belinda (la cantante española nacionalizada mexicana) en ese momento. Habrá sido en el 2012, o 2013, más no. Ella estaba por salir de gira y tenía unos 40 días para entrenar a full, así que una personal trainer la sacaba a correr por unas barrancas de un lindo barrio residencial. Ella se quejaba.
En el capítulo siguiente, que evidentemente ví al hilo, se tiraba en paracaídas. Primero tenía mucho miedo, de repente volaba y una cámara la captaba muy de cerca, de pronto aterrizaba y totalmente ida de sí exclamaba que había sido fantástico, chulísimo, que todo tomaba otra dimensión, que se había dado cuenta que a veces nos ahogamos en vasos de agua simplemente por no poder mirar más allá. The big picture, con todo hecho una maqueta, una miniatura. Que todo el mundo se debería animar.

Algo me quedó, pero ni idea.

Fines de 2013 y a mis amigas se les ocurre irnos a Lobos, a tirarnos en paracaídas. Una, la impulsora, la única decidida. El resto amagaba y dudaba (incluída yo), pero igual averiguamos que tirarse salía 1000 pesos del momento, 1900 con fotos y video (obvio que, de hacerlo, íbamos a elegir esa opción), organizamos todo, reservamos una cabaña, armamos nuestros bolsos con todo lo necesario para un fin de semana, nuestros familiares nos despidieron con un abrazo un poquito más fuerte que el habitual por las duuuudas, nos tomamos una combi un viernes de enero a la mañana en el Alto Palermo, y adiós.

A la mañana siguiente, no te digo que al alba pero casi, tres de las seis firmábamos ¿contrato? en el aeroclub. Que bueno, que sí, que si nos caíamos arriba de un techo y se rompía algo nos íbamos a hacer cargo nosotras, que si nos moríamos la empresa no se responsabilizaba de nada, que teníamos todos los permisos médicos para saltar. Que no comiera media bolsa de Talitas con Coca Light antes no me dijeron (me incentivaron a comer durante la espera, de hecho, grave error).
Las otras tres se habían quedado durmiendo en donde nos alojábamos. Una por problemas en la rodilla, otra por problemas económicos, otra por problemas de pánico.
Como éramos impares y ella era la impulsora y la única decidida, Jime tuvo que animarse a ir primera con un desconocido en la avioneta. 50 minutos de subida, tirarse que dura un ratito, y apareció. No estaba SÚPER feliz, más bien estaba en shock.
Ahí nos tocó a Ceci y a mí. Ya estaba, no había vuelta atrás. En ese momento opté por reírme de mi misma, verme medio desde afuera como con complicidad y decirme: "jajaja boluda, ¿en serio estás haciendo esto?". No es que ahí estuviera inaugurando la sección momentos muy WTF en mi vida, ya había tenido unos cuantos, pero bueno, se venía -o ya estaba pasando- una intensa.
Ahí me acordé de Belinda, y algo me tranquilizó. Jugué a que estaba en mi propio reality (con camarógrafo y su GoPro apuntándome en serio) y me hice la que tenía una misión. No podía dejar en banda a la producción del programa, a los espectadores. Tenía que hacerlo. También pensé en los de MDQ Para todo el mundo, y sus actividades extremas. En Marley y los bichos que come. Las patas de cucaracha que le hace tragar a los invitados, el pis de serpiente.
Y no descubrí -porque ya había usado ese recurso varias veces-, pero sí comprobé que mi instinto de supervivencia tanto como mi capacidad para superarme y hacer cosas jugadas o donde corren, al menos, toneladas de adrenalina, está sujeta a creer que estoy en un reality show o en un programa en donde DEBO poder hacerlo, más que nada para no decepcionar a los televidentes que miran desde el sillón de su casa, para que se queden con sensación de que se puede. Interesante, ¿no?

Me distraje con eso, abrieron la puerta, y de repente estábamos en una nube.
A Ceci le tocaba antes que yo, se tiró su camarógrafo, y su instructor un poco la apuró a mandarse. Como acto reflejo se agarró del marco de la puerta, él le sacó de ahí la mano y WOOOOOOOHOOOOOOOOOO.
Ok, seguía yo. Ya está negra, estás re jugada. Ni trates de agarrarte de nada porque no tiene sentido, así que zambullite y disfrutalo. Belinda. MDQ. Marley. Mis papás. Mi her... ¿CHABÓN ACABÁS DE HACERME DAR UNA VUELTA CARNERO EN EL AIRE? ¿AL LADO DE UNA FUCKING NUBE? ¿y de repente estoy... VOLANDO? ¿VO-LAN-DO?.
30 segundos. 1500 metros así hacia abajo. La piel de la cara toda estirada hacia atrás (menos mal que pude ver esto después en la filmación, material totalmente inédito y con candado con soundtrack de Sia antes de ser conocida como tal, I am titaaaniiiuuum).
Se abrió el paracaídas, quedaban 1500 metros más, la mitad. Esta parte era menos violenta, más recreativa, contemplando, cayendo despacio. Pero obvio que así somos y yo quería de nuevo quilombo, qué rápido se genera una adicción.
Cuando le dije al instructor que notaba que me estaba bajando la presión, automáticamente me facilitó una bolsa de papel blanca y me dijo "cualquier cosa vomitá ahí, sino te manchás vos y me mancho yo". Por suerte me tocó un dulce de leche la verdad.
El aterrizaje tuvo sus bemoles pero cuando aterricé entendí todo lo que dijo Belinda. Lo comparto.

Usé ese momento muchas veces en estos años, como sostén o impulso ante determinadas situaciones.
Un poco lo hice para eso. Y me sirvió.
Me genera sensaciones encontradas la siguiente palabra pero, sea como sea, me empoderó.

Hoy, por un motivo que tiene poco que ver, siento que hice algo parecido a ese salto. No sé si "arriesgué", porque probablemente no pasa nada si no pasa nada, no creo que me vaya a lastimar. Esta vez no está en riesgo estrolarme contra un techo para, en el mejor de los casos, tener que pagar. Es algo mucho más leve y menos jugado, aunque tiene un elevadísimo valor personal, pero no tengo la menor idea de lo que puede llegar a pasar.
Acción ya tomada. Incertidumbre total.
Me gusta.

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