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lunes, 7 de mayo de 2018

Ley 26.637

Hoy escribo desde el banco y desde notas del celular. Algo que no se puede, en teoría, pero no hay ningún cartel a la vista que me lo prohíba y además, por si acaso, por si algún empleado abusara de su mala voluntad y se acercara al silloncito en donde estoy desplomada, tengo puesto modo avión para arrimarle la pantalla a su cara y que vea que no me estoy comunicando con nadie.
Obvio que tocaría antes el botón circular de abajo, si no leería todo esto y ya sería un montón. Ahre pirata.
Con el timbre de aviso y el paso en la pantalla de H011 a H012 tuve también recambio de vecino de asiento. De compañero de espera de H's. El de antes estaba emboladísimo, pasándose el casco negro de la moto de una mano a otra. Se notaba que era un simple y buen pibe; conjetura irracional basada meramente en mi percepción, en su silencio, y en su pantalón celeste de obrero de la construcción.  El de ahora se puso antes de venir demasiado perfume (de uno que no me resulta para nada seductor) y, a diferencia mía (¿o a diferencia mío? estoy confundida sobre cómo se dice esto) chatea sin disimulo ni restricción.
Yo soy la que sigue. Tengo que hablar con "mi" ejecutivo, alguien que no conozco pero que me va a guiar -imagino- en este trámite que me trajo a recibir y firmar un cheque sin fondos que me depositó un señor. ¿Me habrá querido estafar? ¿Lo habrán estafado a él? ¿Habrá sido una simple serie de errores? Como sea, acá estoy, en una sucursal en plena remodelación.
Justo cuando termine de escribir esto el timbre de aviso y el cambio de turno en la pantalla van a marcar H013, con casi un sólo movimiento a partir del mismo envión voy a levantarme del asiento, abrir mi mochila blanca tipo respaldo de silla rejilla (desde ya que esto debe tener otro nombre que ahora no recuerdo), dejar deslizar el celular por la mano para que caiga en su interior mientras ya estoy caminando, cerrarla, acomodarla en mis hombros, acercarme al mostrador para explicarle a un chico amable y simpático la situación. Me va pedir el DNI, lo va a ingresar en un teclado, alternando la vista entre la pantalla y yo va a corroborar mi identidad, me va a preguntar si se lo puede llevar un segundito para adentro, le voy a decir algo que perfectamente puedo pronunciar pero epa qué difícil de escribir, sería un "ajá" pero dicho con eme, sin abrir la boca aunque sonriendo, lo que le da al sonido un tono muy amistoso, relajado, no pensado y natural, y mientras espere a que vuelva voy a mirar a la derecha, hacia la ventana que da a la calle, la que antes de sentarme en el silloncito en el que hace unos minutos me desplomé captaba toda la atención del señor de seguridad al que cuando entré y le pregunté en dónde estaba la pantalla que anunciaba los turnos tardó en responderme porque estaba en Babia papando moscas observando algo o simplemente usando el afuera -tan Gran Hermano- como excusa para colgarse como ahora me estoy colgando yo como me cuelgo siempre mirando a la nada aunque tengo un primo y una prima que son realmente mucho más de hacer esto que yo que ahora estoy escuchando "listo, pasá por caja, ahí lo retirás".
Y esa parte del trámite fue mucho más rápido y no tuvo nada de especial.
Firmé, retiré, me fui y chau.

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